martes, diciembre 19, 2006

Historias de Barrio. Don julio

DON JULIO
Tenía la Farmacia Antigua Liniers. Mi padre la sastrería, al lado. Ambos locales con vivienda. Éstas estaban separadas por una pared de cerca de 1,80 mts. de alto. La farmacia estaba en la esquina. Lo recuerdo alto, activo. Con un despliegue admirable. Había comenzado como cadete en esa misma farmacia cuando era de don Fernández. Con el tiempo y el cansancio de don Fernández fue suya. Allí junto a su mujer le dieron un impulso destacado para lo que era el barrio por aquel entonces.
Lo recuerdo amable y predispuesto para todo lo que de pudiera, ayudar a la comunidad. Tanto, que cuando mi hermano y yo posteriormente, comenzamos a estudiar medicina, el nos ofreció dar inyecciones a domicilio, echo que ayudaba económicamente con los gastos que la juventud necesita.
Cuando cayó el gobierno peronista yo estaba en la escuela y nos mandaron a casa. Fue entonces cuando, aún habiendo pasado tantos años, recuerdo la alegría de don Julio por la caída del régimen.
También recuerdo los aviones girando por el cielo de Buenos Aires, y la preocupación de mis padres ya que mi hermano, mayor que yo, cursaba sus estudios secundarios en el centro, y la angustia le cerraba sus corazones. Mi madre fue a buscarlo.
Mi alegría radicaba en que por fin los discursos del Presidente no iban a interferir más en mi programa favorito de radio, por aquel entonces Tarzán. Recuerdo que se le ocurría hablar por cadena nacional justo a las 6 de la tarde, interrumpiendo de esa manera mi audición.
Más tarde vendió la farmacia y fue su yerno y su hermano los que se hicieron cargo de ella.
En los últimos tiempos, volvió a tener otra farmacia, cercana al garaje donde guardo el auto, llevando con dignidad su ya avanzada edad.
Hoy al finalizar unos trámites en FATSA lo encontré por la calle San Juan con una larga barba blanca. Los recuerdos afloraron a montones, al mismo tiempo que una inmensa alegría nos invadía.
-Don Julio.
-­Muchacho!. Qué inmensa alegría que me da.
Charlamos un rato largo. Y no pude sustraerme a recordarle aquellos gritos de alegría que escuché detrás de la medianera.
Me dijo “Mirá. Yo siempre voté a los socialistas cuando había borratina. Por eso subieron Palacios, Molina (otros nombres que no recuerdo), pero después se impuso la listas sábanas y por eso estamos donde estamos. Por eso es necesario que vuelva la borratina”. “Mirá yo ponía 10 radicales y el resto lo completaba con los mejores hombres del socialismo. Ahora fijáte como estamos. Aporté 45 años. Cuando presenté la carpeta se admiraron como esta completa. No tuve problemas para jubilarme con la mínima, cobro 145 pesos. Para colmo por un peso con cincuenta pierdo el descuento de Luz y Gas. Tengo que vivir de la ayuda de mis hijos”.
Advertí que se le humedecían los ojos a través de sus lentes.
“Yo viajé mucho. Me gasté la plata viajando. Calculaba que a mi edad con muy poco me alcanzaría para vivir, pero ya ves, no es así. Cuando tuve que renovar el alquiler del local, el propietario me pidió 1800 pesos por mes, más un depósito de 8000. Le dije que me era imposible, que cómo dejaba en la calle a un anciano de más de 80 años. Si durante 14 años que le alquilé el local no tuvo problemas, cómo me pide lo que me pide? Pero me dijo que así eran las cosas ahora”.
-Ud. sabe que aún está desalquilado.
-Sí lo sé. Pero así son las cosas.
Charlamos un poco más y nos despedimos. Dándome muchos saludos para mis padres y mi hermano y su familia. A mí también me dejó sus mejores venturas para la mía y en especial a mí por la alegría inmensa que le había deparado.
-Mire señor Romualdo Paredes, yo a Ud. lo tuve en mis brazos de recién nacido. Ud. sabe lo que significa eso? Tu madre me llamaba por encima de la pared: ­Venga don Julio que tengo al chiquito que se siente mal!!! Me das uno de los mejores días. Hoy voy a estar bien todo el día. Te agradezco mucho éste alegrón que me diste hoy, y en cuanto a lo tuyo te felicito por la lucha y el tesón que tenés.
Nos besamos y nos despedimos.
Quise compartir este encuentro, por eso esta líneas que tal vez son pocas, pero es mi recuerdo para Don Julio.

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